Diciembre es el típico mes en que aumenta la ansiedad, o
aceleración psíquica, mezclado con una sensación de cansancio corporal. ¿Cómo
sobreponerse a la sobreexigencia de esta época del año?
Como un efecto estacional característico, diciembre aparece
en principio con una sobrecarga emocional, ligada a asuntos por resolver, según
los expertos.
En el trabajo es el tiempo de los balances y la
planificación para el año entrante. A eso se suma la organización de las
fiestas, hacer las cuentas para las vacaciones y qué hacer con los chicos.
Se verifica así una sensación psicológica de mayor tensión,
que para los psicólogos se asimila al típico estrés de fin de año. El cual
corporalmente suele ir asociado a un agotamiento de las fuerzas.
El estrés es una reacción normal frente a las exigencias de
la vida cotidiana. Pero cuando gana en intensidad –como suele ocurrir en el mes
de diciembre-, se convierte en un enemigo íntimo.
Por tanto puede causar daños psicológicos y físicos. No
sorprende que muchas personas se sientan sobrepasadas o con escaso resto
anímico para atravesar esta época del año.
Cuando a esta sensación de cansancio generalizado se suma el
mal humor o un grado de mayor irritabilidad, generando malos vínculos con el
círculo social, se suele aconsejar la búsqueda de ayuda profesional.
Adicionalmente, Navidad y Fin de Año tienen una alta carga
emocional. A mucha gente, estas fechas le causan melancolía, le provocan
tristeza o un cuadro depresivo.
Algunos incluso piensan con anticipación cómo harán para
eludir el cuadro o lograrán administrar sus sentimientos en ese momento, lo que
aumenta la ansiedad.
Los balances, por otro lado, suelen ser problemáticos. Y sin
son negativos, más nos estresamos por cumplirnos. Sacamos cuenta de lo hecho, y
a veces nos topamos con frustraciones.
¿Quién no ha sentido que no está cumpliendo con las etapas programadas
con antelación, que hay ciclos que no terminan de cerrarse, pese a las
planificaciones pergeñadas alguna vez?
Ahí uno se da cuenta, por caso, que resulta un despropósito
proponerse cosas que superan la capacidad de realización. O que hay deseos cuyo
cumplimiento importa una sobreexigencia innecesaria.
Además, a alguna gente se le ocurre para esta fecha hacer lo
que no hizo antes, sólo para cumplir, como si quisiese hacer en tiempo récord
lo que requiere en realidad paciencia y dedicación. ¿No se ve que hay cosas que
es mejor postergar?
Además, dado que las personas son ellas y sus
circunstancias, cabría especular sobre si hay países más estresados que otros.
¿Vivir en la Argentina, un país en muchos sentidos imprevisible, no agrega más
tensión que lo normal?
Entre los consejos que dan los especialistas para mitigar el
estrés de fin de año, aparece la fórmula “parar la moto”, una actitud tendiente
a bajar los niveles de ansiedad.
Desde el plano cognitivo, se recomienda establecer
prioridades, organizarse mentalmente para bajar las expectativas de
rendimiento. Otra estrategia es aprender a decir que no, con arreglo a un sano
egoísmo (por ejemplo pasar las fiestas con quien uno quiere).
Desde el punto de vista corporal, los médicos aconsejan
vigilar la alimentación y mantener un peso adecuado. Algo que se considera
infalible es el ejercicio físico, como la caminata.
La receta podría completarse con el desarrollo de una
pasatiempo que dé placer, desde pintar hasta hacer jardinería. Otra
recomendación es comunicar las emociones de manera abierta y sincera.
También la risa ayuda mucho. Al igual que escuchar música,
leer, e incluso escribir.
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