La Terapia Ocupacional nace en los Estados Unidos en la década del 20 persiguiendo la idea del “tratamiento moral” para personas internadas en neuropsiquiátricos. Durante la Segunda Guerra Mundial, toma protagonismo en la rehabilitación física de los veteranos de guerra. En Argentina llega a partir del brote de Poliomielitis a fines de los años 50, el cual afectó a cientos de niños dejándoles graves secuelas físicas. A raíz de la intervención a esta problemática y la necesidad de permanecer esta disciplina en el país, las terapistas ocupacionales de Inglaterra se encargaron de trasmitir sus conocimientos, especialmente a enfermeras, y consecuentemente se funda la Escuela Nacional de Terapia Ocupacional. En 1967 toma marco legal dentro de la Ley Nacional 17.132 donde se la incluye dentro del ejercicio profesional de las prácticas médicas.
En su accionar evalúa y diseña adaptaciones para las actividades o los elementos necesarios en ellas, para que éstas se lleven a cabo de manera autónoma, previniendo el deterioro físico y/o mental, y generando autosatisfacción y bienestar.
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