La capacidad empática como clave del éxito
Escribe: Néstor Braidot
Durante los últimos años, y ante el avance extraordinario de
las neurociencias, se multiplicaron las investigaciones para estudiar el cerebro
femenino, esto es, para indagar cuál es la plataforma neurológica sobre la que
se asientan la inteligencia y el estilo particular de desempeño de la mujer. En
función de los resultados obtenidos, hay grandes expectativas sobre la
generación de técnicas que le permitan desarrollar y aprovechar todo su
potencial.
Haciendo historia
Mucho antes de que el Congreso de los Estados Unidos
declarara a la década de los noventa como la “década del cerebro”, la mujer
había comenzado a exhibir y demostrar sus capacidades diferenciales, convirtiéndose
en una protagonista destacada, tanto por sus emprendimientos -que en numerosos
casos la convirtieron en una empresaria exitosa-, como por su indiscutible
capacidad de liderazgo en el mundo de los negocios y en diversos ámbitos
sociales y políticos. Actualmente, las neurociencias están demostrando que el cerebro
femenino está especialmente dotado para el desarrollo de habilidades para el
liderazgo, fundamentalmente a partir de los avances que se han ido generando en
el estudio del potencial cerebral relacionado con la empatía.
¿Qué es la empatía?
La empatía es definida como la capacidad de identificar los
sentimientos de otras personas. Existen dos tipos de empatía: la cognitiva y la
emocional. La empatía cognitiva involucra la capacidad de conocer lo que otra persona
está pensando o sintiendo (se estudia bajo el concepto de “teoría de la
mente”). La empatía emocional se refiere a la capacidad de sentir o
experimentar lo mismo o algo similar a lo que le está sucediendo a otra persona.
Recientemente, se realizaron investigaciones con el fin de encontrar
los neurocircuitos subyacentes a la capacidad empática en hombres y mujeres
(esta capacidad está relacionada anatómicamente con el lóbulo frontal medial y
el hemisferio derecho del cerebro).
En líneas generales, los resultados revelan que el cerebro femenino
presenta una mayor respuesta empática emocional en comparación con el masculino
(se observó una mayor activación del hemisferio derecho en las mujeres, lo cual
también sugiere que las bases neurales de la empatía son distintas según el
género).
Otra investigación analizó la diferencia en la respuesta
emocional y su correlato neuroanatómico en ambos géneros.
Los resultados
sugieren que el cerebro femenino involucra las áreas que contienen el sistema
de neuronas espejo para el procesamiento de la interacción cara a cara. Ello
podría explicar el efecto de contagio emocional que se observa en las mujeres
y, además, permite inferir que presentan una mejor habilidad empática y una
mayor capacidad para comprender sus propios estados emocionales y los de los
demás en comparación con los hombres.
¿Qué son las neuronas espejo?
Las neuronas espejo son células especializadas que se
activan tanto cuando un individuo observa una acción que otro está llevando a
cabo como cuando es él mismo quien la ejecuta. Durante varias investigaciones realizadas
con neuroimágenes se detectó que, cuando una persona observa a otra realizar
una tarea específica, en su cerebro se encienden los mismos circuitos neurales
que se activarían si decidiera concretar ella misma esa acción, aunque con una
intensidad algo menor.
Allí residiría, por ejemplo, una de las capacidades con las
que nos sorprende el liderazgo femenino, ya que estas células desempeñan un importante
rol en el desarrollo de habilidades consideradas intuitivas, como así también
en el establecimiento de relaciones interpersonales exitosas, tanto con los
miembros de los equipos de trabajo como en los diferentes ámbitos en los que
participa la mujer.
Cerebros diferentes: hacia un nuevo paradigma en
neuroliderazgo
Las diferencias neurofisiológicas entre el cerebro masculino
y el femenino comenzaron a hacerse observables a partir del desarrollo de
aparatos que permiten estudiar el funcionamiento cerebral, fundamentalmente,
los que obtienen neuroimágenes.
Las neuronas espejo nos permiten ponernos en el lugar del
otro mediante un proceso que se denomina empatía (por ejemplo, se activan tanto
al sonreír como al observar a otra persona sonreír) e intervienen en la forma de
aprendizaje por imitación más rápida y eficaz que posee el cerebro.
Si bien no es posible afirmar que de estas diferencias depende
la eficacia en el liderazgo, lo cierto es que hay determinadas características
neurobiológicas que predisponen tanto al hombre como a la mujer para procesar la
información de una forma determinada y ello influye tanto en su sensibilidad
como en su estilo de conducción.
Por ejemplo, así como la mayoría coincide en que el cerebro
de la mujer está mejor estructurado que el del hombre para la empatía, también
hay coincidencia en que los varones son más eficientes en lo relacionado con
las habilidades visuoespaciales y el pensamiento lineal y sistémico.
Evidentemente, hay características neurobiológicas que les otorgan ventaja a uno
u otro sexo para determinadas actividades, aunque, cabe destacar, también
influyen los factores ambientales y culturales.
En el mundo occidental, por ejemplo, los varones se
familiarizan con el conflicto desde pequeños, cuando comienzan a jugar con
tanques, espadas y armas de juguete. Cada vez que un niño participa en estos juegos
y utiliza su imaginación para "vencer al enemigo”, su cerebro asigna más
neuronas al tema de la guerra o la pelea y va generando los neurocircuitos
asociados.
Como todos sabemos, los juegos de las niñas son muy
diferentes y puede decirse también que, debido al fenómeno de neuroplasticidad,
las sociedades humanas van esculpiendo el cerebro de hombres y mujeres desde
muy temprana edad, según el tipo de ideología y cosmovisión de cada segmento de
adultos y formadores.
Sin embargo, y esto es muy interesante, las neurociencias
revelan que hay preferencias que son innatas y no producto de la socialización,
como se ha sostenido durante mucho tiempo.
Lo relevante para el tema que nos ocupa es, sin duda, la
importancia de este tipo de conocimientos para las organizaciones, ya que las
diferencias cerebrales entre géneros determinan diferentes estilos de liderazgo
y, más aún, proporcionan una base muy interesante para desarrollar nuevas
metodologías en materia de elección, motivación y ubicación de las personas en
los puestos que mejor se adapten a sus deseos y a supotencial de desarrollo.
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