El 30
de noviembre de 1981, la Asamblea General de las Naciones Unidas en la
Resolución 36/67 proclama el 21 de septiembre Día Internacional de la Paz.1
Cada 21
de septiembre se celebra el Día Internacional de la Paz. La Asamblea General ha
decretado que este día se dedica a reforzar los ideales de la paz en todas las
naciones y pueblos del mundo.
El Día
Internacional de la Paz fue establecido en 1981 por la resolución resolución
36/67 de la Asamblea General de Naciones Unidas para que coincidiera con la
sesión de apertura de la misma, que se celebra anualmente el tercer martes de
septiembre. El Día de la Paz se conmemoro por primera vez en septiembre de 1982.
En
2001, la Asamblea General aprobó por unanimidad la resolución 55/282, que
estableció el 21 de septiembre como un día de cesación del fuego y de no
violencia a nivel mundial.
La ONU
invita a todas las naciones y pueblos a que cumplan una cesación de hostilidades
durante todo ese Día y a que también lo celebren mediante la educación y la
sensibilización del público sobre todos los temas relacionados con la paz.
La
Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 21 de septiembre "como
Día Internacional de la Paz, y estará dedicado a conmemorar y fortalecer los
ideales de paz en cada nación y en cada pueblo y entre ellos". En un
mensaje emitido en conmemoración del Día, en septiembre de 1998 el Secretario
General rogó "a todo los líderes de las naciones en guerra que dejen a un
lado sus propias ambiciones y que piensen en su pueblo, que resistan a la
tentación de buscar la gloria por medio de la conquista y que reconozcan que la
capacidad de gobernar pacíficamente, por si sola, les traerá a ellos y a sus
pueblos las recompensas que merecen".
No es
gratuito pensar en la necesidad de conmemorar un día de estas características.
En tiempos convulsos como los que vivimos actualmente, se hace obligatoria una
reflexión sobre los valores que sustentan nuestra cultura. Si hacemos de la
violencia y la venganza el valor principal de nuestra convivencia no podemos
pedir que las personas reaccionen con comportamientos pacíficos ante cualquier
conflicto o situación. Sin embargo, si nos convencemos de una vez por todas de
que sólo a través del valor de la Paz puede conseguirse un mundo mejor,
empezaremos a cambiar nuestras actitudes y comportamientos, desde lo cotidiano
hasta lo más excepcional de nuestras vidas. Si no, seguiremos asistiendo al
imperio de la violencia en todas sus caras, la mayoría de las veces disfrazada
de "justicia".
El
cambio de valores empieza por cambiar la forma de pensar de las personas. Si
pensamos que a través de la violencia se solucionan los conflictos, seguirá
habiendo violencia. Debemos ser valientes y fuertes para intentar llevar a cabo
los ideales de la vida en paz, primero con nosotros y después con los demás.
Los medios de comunicación y la educación deben ser las "armas"
fundamentales de esta nueva forma de "guerra" por la paz. La batalla
que más merece la pena en los tiempos que corren es la de la paz, para esto sí
que hay que ser verdaderamente valientes: es muy fácil llamarse a si mismo
"valiente" cuando se utiliza la violencia para solucionar un
conflicto: en realidad es el mayor acto de cobardía que existe. La paz requiere
un esfuerzo, al contrario que la violencia, que es una reacción primaria y
visceral. Y merece la pena, intentémoslo.
Cultura
de Paz
La
Cultura de Paz es el conjunto de valores, actitudes y comportamientos que reflejan
el respeto de la vida, de la persona humana y de su dignidad, de todos los
derechos humanos; el rechazo de la violencia en todas sus formas y la adhesión
a los principios de democracia, libertad, justicia, solidaridad, cooperación,
pluralismo y tolerancia, así como la comprensión tanto entre los pueblos como
entre los grupos y las personas sin importar sexo, etnia, religión,
nacionalidad o cultura.
En la
construcción de una cultura de paz es de gran importancia prevenir los
conflictos atacando sus causas mediante el diálogo y la negociación; reconocer
la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres; así como la
libertad de expresión, opinión e información.
Para
que nosotros mismos y las generaciones venideras podamos cosechar los frutos de
esta Cultura de Paz, debemos actuar desde ahora. Es preciso:
Fomentar la educación para la paz, los
derechos humanos y la democracia, la tolerancia, y la comprensión
internacional;
Proteger y respetar todos los derechos
humanos, sin excepción alguna, y luchar contra toda forma de discriminación;
Promover los principios democráticos en todos
los ámbitos de la sociedad;
Vivir la tolerancia y la solidaridad;
Luchar contra la pobreza y lograr un
desarrollo sostenible en provecho de todos, capaz de proporcionar a cada
persona un marco de vida acorde con la noción de dignidad humana;
Proteger y respetar nuestro medio ambiente.
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