Para poder tener estructura en la vida, cuentas con un mecanismo de autoregulación que controla tus deseos, tus necesidades, miedos, pensamientos, sentimientos y acciones que podemos definir como disciplina. Sin un mínimo de disciplina es difícil llevar una existencia normal y alcanzar tus metas, incluso en el día a día.
Sin embargo, para poder llevar a cabo cambios importantes y duraderos en la vida, requieres de una dosis de autodisciplina mucho más grande que la que te impulsa cada día. Que a pesar de las resistencias conscientes o subconscientes que puedan surgir, tengas la habilidad de coordinar tus esfuerzos, pensamientos y acciones de manera constante hasta lograr tu meta.
Partiendo de que el éxito no se logra por un golpe de suerte y sí de acciones determinadas a lograr, casi con terquedad, el objetivo planteado, la autodisciplina es una de las habilidades que mayores satisfacciones te puede ayudar a alcanzar. Como toda habilidad, la autodisciplina es susceptible de ser aprendida por medio de la práctica.
Para aprender la autodisciplina hay un gran enemigo que debes vencer: tu autosabotaje, ese gusanito que a través del miedo, inseguridad, falta de organización, o el constante posponer, te ofrecen excelentes excusas para no hacer lo necesario.
Justo eso es lo que sucedía con Juan, un excelente psicólogo que, luego de 15 años trabajando en el sector petrolero de Venezuela, fue despedido junto a otros profesionales luego de haber concluido el proyecto al que estaba asignado. Viudo, con dos hijos pequeños, Juan se encontró que debía tomar una rápida solución a su nuevo estado financiero. Con los conocimientos de Psicología Organizacional, y los contactos que había cultivado en su carrera, organizó una serie de cursos y charlas para el sector privado sobre clima organizacional, prácticas de reclutamiento y selección.
Sin embargo pasaban las semanas y Juan no hacía las llamadas necesarias para lograr las citas con los prospectos. ¿Qué pasaba?, ¡estaba paralizado por el miedo a enfrentar el posible rechazo de sus antiguos colegas del sector y lo disfrazaba expresando su “incapacidad para vender”! Juan  logró vencer su miedo subconsciente, lo aceptó como parte de su personalidad, y pudo comenzar a trabajar en disminuir su influencia inmovilizadora.
No puedes evitar tener miedo a algo, pero sí puedes evitar que ese miedo arruine tus metas. Una vez llegues a la raíz de lo que te detiene, ten la seguridad que puedes avanzar en tu autodisciplina, y con la práctica constante de ella,  lograrás que forme parte de tu personalidad. Así como tuviste que practicar mucho antes de aprender a manejar tu coche con soltura, así mismo debes practicar la autodisciplina, venciendo las resistencias que tengas para accionar.
La motivación que tuvo Juan fue mayor que sus miedos, y aprendió que la victoria acompaña al que es constante. Hoy es un importante consultor en el área de desarrollo organizacional para empresas privadas en su país. ¿Cuál es tu historia de autodisciplina?, me gustaría conocerla.