1. Es necesario que uno mismo la cree:
¡Quién si no! La suerte en general no dura mucho tiempo, pero si hablamos de la buena suerte, la que nace de la responsabilidad sobre la propia vida, ésa dura siempre, porque la creas tú mismo.
2. Hay que ir en su busca:
Hay mucha gente que quiere tener buena suerte, pero pocos los que deciden ir a por ella. Siempre hay más gente dispuesta a invertir en los juegos de azar que la que se propone trabajar para sacar una idea adelante y que, con ese esfuerzo, prospere.
3. Es fundamental fijarse y aprender de los errores:
Si ahora no tienes buena suerte, tal vez sea porque las circunstancias son las de siempre. Para que aparezca la buena suerte es conveniente crear nuevas circunstancias y lo mejor para ello es fijarse en los errores. Si te fijas sólo en lo correcto te encontrarás en la misma situación una y otra vez. El error es la base del cambio y eso es importantísimo. Charles Darwin, por ejemplo, siempre llevaba una libreta encima para anotar todo aquello que no le cuadraba. Sabía que, de lo contrario, el subconsciente haría que lo olvidara. Darwin entendió que inspirándose en el error podría conseguir su objetivo.
4. Se debe ser generoso:
Preparar las circunstancias de la buena suerte no es buscar únicamente el beneficio propio. Crear circunstancias para que otros también ganen atrae la buena suerte. Éste es uno de los principios más importantes, porque cuanto más das, más recibes, es como el efecto ‘boomerang’.
5. No dejar nada para mañana.
Si ‘dejas para mañana’ la preparación de las circunstancias, la buena suerte quizá nunca llegue. Crearlas requiere dar un primer paso… ¡Dalo hoy! Y es que lo contrario de la oportunidad es la incapacidad de aprovechar lo que tienes delante ahora.
6. Se debe buscar en los pequeños detalles, en las circunstancias aparentemente innecesarias pero imprescindibles.
Hay que estar muy alerta, porque siempre hay un pequeño detalle que desvela la esencia del cambio, lo que te da buena suerte puede estar ahí. Es lo que le pasó a Alexander Fleming. El moho lo habían visto todos sus colegas, pero él fue el único que lo puso en el microscopio. Pocos años antes de morir, aseguraba que no había hecho nada y que su único mérito fue no ignorar aquella sugerente capa de moho. Los grandes genios han sido aquellos capaces de hacer algo nuevo con lo que era evidente. Han puesto de manifiesto obviedades que otros no habían sido capaces de ver. Muchas veces los detalles pasan desapercibidos porque no se tiene la actitud adecuada. Si piensas que las cosas pasan porque sí, no ves nada más. Los detalles tienen una capacidad de cambio definitiva, igual que el error.
7. No preocuparse por el azar.
A los que sólo creen en el azar, crear circunstancias les parece absurdo. A los que crean circunstancias el azar no les preocupa.
8. Desconfiar de quien vende suerte.
Nadie puede vender suerte. La buena suerte no se vende. Ahí está la lotería: la probabilidad de que te toque es casi cero. Cada tres o cuatro semanas hay alguien que consigue mucho dinero, pero piensa en la cantidad de gente que ha jugado. Sin embargo, ese afortunado alimenta las esperanzas de los millones de personas que se creen que el calvo que sopla pelotitas en el aire se les aparecerá. En realidad, lo que pasa es que a veces tenemos tantas ganas de realizar nuestro sueño que caemos rendidos ante cualquier persona que pase por delante y nos diga que él lo hará por nosotros.
9. Hay que ser paciente y perseverante.
Cuando ya hayas creado todas las circunstancias, ten paciencia, no abandones. Para que la buena suerte llegue, confía. Hay que tener fe en lo que estás haciendo y tienes que creértelo para verlo y no al revés. La fórmula mágica para nosotros es: imaginación por deseo igual a realidad. El inconsciente no diferencia lo que es real de lo que no lo es. La imaginación es inmediata, imaginar da mucha energía y activa los mecanismos de percepción selectiva que te llevan a que aquello sea más fácil que se produzca. Además, la fe tiene mucho que ver con la capacidad de anticipar el resultado.
10. La oportunidad siempre está ahí.
Crear buena suerte es preparar las circunstancias para la oportunidad, pero la oportunidad no es cuestión de suerte o azar: ¡siempre está ahí! El mundo está lleno de oportunidades pero, claro, hay que buscarlas. Si no estás preparado, las circunstancias son neutras, pero si lo estás y tienes el coraje de dar un paso adelante estamos convencidos de que hay muchas más oportunidades que amenazas, la cuestión es dar el paso y romper la frontera, que muchas veces está definida por el miedo al fracaso.
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