Brenda Bahamondes
¿Alguna vez no has sabido para qué sirve un objeto y has
intentado darle diversos usos para los que no fue creado? Nadie puede sabe
mejor como funciona un artefacto o para que sirve, que su propio inventor. Lo
mismo sucede con nosotros, aunque nosotros no somos artefactos ni Dios nuestro
inventor, sino más bien nuestro creador, quien mejor que él para decirte para
que has sido creado y que has venido a hacer.
Hace mucho Aristóteles llegó a la conclusión de que lo que
los hombres buscan más que nada es ser felices. Todos queremos ser felices; sin
embargo el tiempo pasa y vemos como malgastamos nuestra vida y ha transcurrido
entre ansiedad y aburrimiento.
El anhelo de felicidad es algo con lo que fuímos creados,
tiene que ver con el propósito para el que fuímos diseñados; la verdadera
felicidad depende de cómo interpretamos la vida, es necesario entonces
desprogramarnos de aquello que genéticamente o por influencia de la sociedad
hemos creido que podía hacernos felices.
Una vez leí un pensamiento que decía “No te preguntes que
necesita el mundo, sino preocúpate por ser tu mismo, que lo que más necesita la
humanidad es gente que se atreva a vivir su propia identidad”
Deja que la vida fluya, empieza por pensar bien de ti mismo,
que eres una creación maravillosa. Tú próposito inicial es que descubras quien eres
realmente, que aprendas a ser tu, vivíte con sinceridad, descubre tus
verdaderos anhelos, no te averguences de ellos ni sientas que son de poca
importancia, lo que tú has venido a hacer es lo que más importa.
¿Entonces para que estás hecho?, lo descubriras sin afanes,
con calma. Preguntale a tu creador.
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