Las personas tenemos tres capas que debemos explorar si queremos alcanzar la felicidad. Es importante ser conscientes de su existencia para poder viajar a través de ellas.
La apariencia; Ésta es la primera capa. Con ella ocultamos miedos, desconfianzas, inseguridad. Pero, a través de esta “se cuela la sombra”, entendiendo por sombra todo aquello que el ser humano no quiere mostrar de sí mismo. Para reconciliarse con esa sombra hay que entrar poco a poco en la meditación profunda y el silencio. Alejarnos del diálogo mental incesante que tenemos. Así llegaremos a la siguiente capa.El núcleo; En esta capa está la sombra, es aquí donde se encuentra, donde habita aquello que tememos que salga a la luz “porque creemos que no seremos aceptados si lo mostramos”. La primera experiencia con la meditación profunda es contactar con esa sombra. Una vez que la localizamos y la miramos a los ojos, podremos llegar a lo más profundo de nuestro ser, que es la tercera capa.
El Ser; Vivimos tan en contacto con la sombra que no nos damos cuenta de que si encendemos nuestra propia antorcha interior, encontraremos un tesoro de incalculable valor. El camino para llegar al Ser, no es corto ni rápido. Lo importante es recordar la frase de Juan Ramón Jiménez: “No corras, ve despacio, porque hacia donde tienes que ir, está muy cerca. Sólo tienes que ir a tu interior”.
Somos parte de un mismo mar. Las olas del mar se reconocen entre sí, saben que están hechas del mismo océano. En el ser humano, aunque debería ser así, no ocurre lo mismo, porque entra en juego el ego: la creencia en la separación.
Si los seres humanos reconocieran que son una unidad podrían dejar a un lado su ego y alcanzar la felicidad de una manera plena. El inconveniente, es que el ego se origina desde muy niños: al sentirnos aislados o indefensos, guardamos el recuerdo de ese sentimiento en nuestro cerebro. Concretamente en los núcleos amigdalinos.
Algunas experiencias que vivimos de adultos, avivan ese recuerdo y disparan un mecanismo de autodefensa que nos hace reaccionar. Así saltan las alarmas y sale el dragón que habita en nosotros.
Superar esto no siempre es fácil, pero es posible. En este sentido, Mario Alonso Puig sugiere seguir los siete pasos budistas para encausar nuestra vida.
1.- NO TE SIENTAS OFENDIDO. Lo que te ofende sólo contribuye a debilitarte. Si buscas ocasiones para sentirte ofendido, las encontrarás cada dos por tres. Sentirte ofendido crea una energía destructiva y hace que te enfoques en el ataque.
2.- LIBÉRATE DE LA NECESIDAD DE GANAR. Al ego le encanta dividirnos entre ganadores y perdedores, buenos y malos, mejores y peores. Es imposible ganar todo el tiempo. Siempre habrá alguien más rápido, más joven, más fuerte, más listo. Tú no eres tus victorias.
3.- LIBÉRATE DE LA NECESIDAD DE TENER RAZÓN. Olvidarse de esto es como decirle a tu ego: “No soy tu esclavo”. Pregúntate: “¿Quiero ser feliz o quiero tener la razón?”.
4.- LIBÉRATE DE LA NECESIDAD DE SER SUPERIOR. La verdadera nobleza no tiene nada que ver con ser mejor que los demás. Se trata de ser mejor de lo que eras antes. Céntrate en tu crecimiento.
5.- LIBÉRATE DE LA NECESIDAD DE TENER MÁS. Por muchos logros que consigas y objetos que adquieras, tu ego insistirá en que no es suficiente. Como dijo San Francisco de Asís: “…es en el acto de dar cuando recibimos”.
6.- LIBÉRATE DE LA NECESIDAD DE IDENTIFICARTE CON TUS LOGROS. Cuando te apegas a esos logros es cuando abandonas la paz.
7.- LIBÉRATE DE TU FAMA. La fama que pudieras tener, no tiene nada que ver contigo, está en la mente de los demás, en cómo te ven los demás. Piensa que, en cuanto dejes de interesarle a alguien, tu fama desaparece. Por consiguiente, no ejerces ningún control sobre ella.
Hoy escribo un “Extracto del Congreso Mentes Brillantes”. Mario Alonso Puig.
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