Wilfredo Pérez Ruiz, en Razones de Ser
La proximidad de la fiesta del misterio de la Natividad
genera, en la inmensa mayoría de la población cristiana, algarabías de
emociones y preparativos inherentes a esta efeméride religiosa. En tal sentido,
he creído conveniente presentar diez sencillos consejos para exhibir un óptimo
comportamiento y un elevado nivel de convivencia social.
Dejo constancia que no es mi intención enunciar pautas
acartonadas e inflexibles como las que habitualmente escuchamos de ciertas
profesoras e instructoras “pipiris nais”, cuyo proceder anticuado, anacrónico y
poco práctico contribuye a distanciar esta temática de las inquietudes diarias
de la gente. Me interesa ofrecer algunos concisos aportes encauzados a un mejor
desenvolvimiento personal.
Primero: Cuando reciba congratulaciones por email, Facebook,
tarjetas impresas, etc. tenga la cortesía de retribuir esas muestras de afecto.
Evite colocar vocablos gastados como: “Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo”. Sea
original, efusivo y espontáneo y, además, obvie hacer llamadas eufóricas de
medianoche que agobien a quienes cenan o duermen. Un poco de cordura no está
nada mal.
Segundo: Es recomendable rehuir realizar regalos onerosos.
Pueden generar reacciones de contrariedad y desagrado. Sea minucioso en su
elección. Es una celebración cristiana; decline contribuir con su desatino a
incrementar el consumismo. Obsequiar sólo por “cumplir”, lo hará quedar mal.
Mediante una llamada telefónica o mensaje electrónico agradezca los presentes.
Tercero: Durante la flamante cena de medianoche consuma los
alimentos como si no tuviera hambre y beba los licores aparentando carecer de
sed. Convierta la calma, la serenidad y la ponderación en su estilo de proceder
en la mesa. Por el contrario, hay quienes parecieran no haber comido en días. Nunca
tome el trozo más grande, eluda insinuar que está con apetito y servirse de
manera exagera. Tampoco efectúe comentarios inelegantes y, por cierto, soslaye
preguntar por el precio de la comida, la receta o el lugar en donde fue
adquirida. Un punto imprescindible: no coloque su celular como si fuera un
cubierto o un “amuleto”. Por favor, apáguelo y goce de un instante agradable y
apacible.
Cuarto: Si tiene la costumbre de visitar a sus allegados,
acuérdese de llamar por teléfono para anunciar su deseo de saludar
personalmente y renuncie, al menos que sea invitado, a acudir en momentos
desatinados o coincidentes con las horas de los alimentos. No se invite a sí
mismo, como es común en nuestro medio. Diferénciese por su pertinencia y
delicadeza.
Quinto: En estos días es frecuente encontrarnos en lugares
públicos, centros de trabajo y reuniones familiares, con personas que gustan
comentar sus “planes navideños”. Si usted sabe que determinados prójimos
atraviesan complicaciones, inhíbase de orientar la plática hacia estos temas.
Sea respetuoso de los padecimientos de nuestros semejantes. No todos están de
“fiesta”. Existen quienes se encuentran tristes por la pérdida de un ser
querido, entre varias razones que inspiran congoja.
Sexto: Si lo invitan a una cena navideña lleve un obsequio
para la dueña de casa y/o algún postre o licor para compartir con el resto de
comensales. Es un gesto distinguido y acertado. Si fuera posible indague acerca
de los gustos y preferencias de quien hace la convocatoria. Los detalles
definen al ser humano.
Séptimo: Agradezca la invitación mediante una comunicación
telefónica o por correo electrónico. Siempre complace a los anfitriones el
reconocimiento de sus agasajados. Es una demostración de finesa poco practicada
en nuestra colectividad: marque el contraste.
Octavo: Cultive la puntualidad y prescinda -como todo el
mundo en Lima- culpar a la aguda congestión vehicular de esta época del año.
Ande precavido y planifique sus actividades con antelación. Así evidenciará
afables modales y óptimo nivel de organización.
Noveno: La quema de cuetes y luces de bengala debe hacerse
en horas apropiadas para sus vecinos. Tenga presente: sus derechos terminan en
donde empiezan los ajenos. Sea comedido y prevenga generar ruidos molestos
valiéndose del jolgorio general. Aprenda a cohabitar en armonía con su entorno
y, por lo tanto, desarrolle el cada vez más escaso “sentido de pertenencia”.
Décimo: No fomente conversaciones encaminadas a competir
sutilmente sobre el regalo realizado por la esposa, el novio, etc. Es común
encontrar hombres y mujeres que les encanta revelar los costos de los presentes
recibidos o efectuados y, lo que es peor, interrogan a otros sobre estos
asuntos. Ello puede originar molestias e incomodidades. Y aún cuando no fuese
así, deje de lado esa usanza empleada para indagar o exponer cuestiones
vinculadas con la adquisición de bienes tangibles.
Una acotación aparte: Sugiero a los padres de familia que
premian las excelentes calificaciones escolares de sus hijos con propinas y
agasajos pomposos, enseñarles que más importante que una favorable nota en sus
libretas, es ennoblecer sus vidas por la trascendencia de sus valores.
Educarlos con el ejemplo de fidelidad, honradez, lealtad, caridad, entre otros
conceptos contribuirá a moldear sus existencias en un marco sólido de
principios. Aprovechemos esta conmemoración, en la que evocamos el nacimiento
de Jesús, para afianzar nuestras convicciones cristianas.
Muchos augurios a quienes ambicionan un mundo pleno de
ideales, esperanzas, perseverancias, optimismos y alegrías. Docente, consultor
en organización de eventos, protocolo, imagen profesional y etiqueta social.
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