EN LA TOMA FINAL DE DECISIONES, LA RACIONALIDAD ES
NUESTRO PRINCIPAL ALIADO ? No
Las personas basan su ‘conducta racional’ en esquemas
mentales, que no son más que ejemplos hipotéticos de acción, obtenidos a partir
de las experiencias pasadas en sus vidas, sean reales o imaginadas. Los seres
humanos, para resolver los problemas de la vida diaria, nos basamos, entonces,
más en conjeturas aprendidas, con una fuerte carga emocional, que en los reales
principios de la lógica formal.
Muy a menudo, nuestros comportamientos están determinados
por elementos aparentemente secundarios e insignificantes, creadores de
auténticas trampas mentales en las que caemos con suma frecuencia y facilidad.
Estos módulos mentales se activan, tanto por la forma en que nos planteamos el
problema, como por la percepción del riesgo que se corre. De las
investigaciones en este campo, ha nacido la psicología de la incertidumbre, una
disciplina que explica los aspectos más oscuros y desconocidos de las tomas de
decisiones humanas.
Si bien la mayoría de los individuos que conforman la
sociedad moderna, creen actuar siempre de un modo racional, la realidad es que,
cuando se profundiza un poco en el origen de sus acciones, se ve con toda
claridad que estas no lo son en absoluto.
Veamos dos ejemplos que contribuyen a confirmar esta
afirmación:
Un general está acorralado por un ejército enemigo y es
informado por uno de sus subalternos de que si no huyen cuanto antes caerán en
una emboscada en la que probablemente fallezcan toda su tropa compuesta de
1.200 soldados.
El general tiene dos opciones a su disposición. Si toma
la primera, 400 soldados se salvarán con seguridad, si toma la segunda, hay un
tercio de posibilidad de que se salven todos y dos tercios de que no se salve
ninguno. ¿Cuál es el camino que elegiría Ud. si fuera el general, primera o la
segunda opción?.
Ahora veamos otra situación parecida. Otro general, que
dispone de igual número de fuerzas, pasa por una experiencia similar. Debe
elegir entre dos rutas de huída y si escoge la primera ruta, sabe que morirán
unos 800 soldados, pero si toma por el segundo camino, hay un tercio de
posibilidades de que no muera ninguno y dos tercios de que mueran los 1.200
soldados. ¿Qué criterio, piensa usted, debería seleccionar según la lógica?
Cuando se plantearon estas dos preguntas a muchas
personas, se observó que en el primer problema, la mayoría de los encuestados
eligió la primera opción, que permitía salvar 400 vidas. Pero con respecto al
segundo problema, la mayoría eligió la segunda opción, pues consideraron que es
mejor jugarse a la suerte la vida de 1.200, antes de aceptar una pérdida segura
de 800 personas.
Fue muy sorprendente, ya que se trataba del mismo
problema, expresado de dos formas diferentes y eso hizo que las mismas personas
llegaran a dos conclusiones opuestas. La crucial diferencia que condujo a conseguir
este resultado, fue que el primer problema había sido planteado en términos de
vidas salvadas y el segundo, en vidas perdidas.
Esto demuestra que incluso, ante situaciones que nos
permiten hacer uso de un cálculo frío y lógico, las conclusiones a las que
llegamos están fuertemente influidas por las palabras que se utilizan para
plantear el problema, pues éstas nunca son emocionalmente neutras, e
inconscientemente, guiarán nuestros razonamientos lógicos por los senderos
invisibles que ellas seleccionan.
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