Imagine que usted se encuentra con una persona
extraordinaria quien -con sólo mirar el sol o las estrellas, en cualquier
momento del día o de la noche- puede decirle exactamente la fecha y la hora:
"Hoy es 14 de Marzo de 2006, y son las 10:36 A.M. con 12 segundos".
Sin duda, sería un caso singular y seguramente admiraría a semejante persona
por tan rara habilidad. Pero, ¿no sería aún más admirable si -en vez de dar la
hora- esa persona hubiera construido un reloj que pudiese marcar la hora por
siempre, incluso después de que ella hubiera muerto?
Tener una gran idea o ser un líder carismático es "dar la
hora". Crear una compañía que pueda prosperar más allá de la presencia de
cualquier líder, y a través de múltiples ciclos de vida de productos, es
"construir un reloj".
En los cursos de administración estratégica y empresarial,
se enseña la importancia de tener ante todo una buena idea y una estrategia
bien desarrollada. Pero muchas grandes compañías nos demuestran que sus
fundadores no se comportaron -ni pensaron- de esa forma.
La suerte favorece a los perseverantes. Esta verdad
elemental es la piedra angular de los constructores de compañías de éxito. Los
creadores de importantes compañías exitosas fueron sumamente perseverantes y
observaron el lema: "Nunca jamás darse por vencidos". Pero,
¿perseverar con qué? La respuesta de ellos es: "Con la Compañía. Se puede
revisar y abandonar una idea, pero jamás, abandonar una compañía".
Si uno equipara el éxito de su compañía con el éxito de una
idea específica, como hacen muchas personas de negocios, lo más probable es que
abandone la compañía si esa idea fracasa. Y si tiene éxito, lo más probable es
que se enamore perdidamente de esa idea y se apegue a ella demasiado tiempo,
cuando la compañía debería estar pasando resueltamente a otras cosas. Pero si
uno ve la creación definitiva como la compañía misma -y no la ejecución de una
idea específica- puede persistir más allá de la idea (buena o mala) y avanzar
hasta convertirse en una institución grande y permanente.
Por ejemplo, Hewlett Packard debió afrontar -desde muy
temprano en su vida- que muchos de sus productos fracasaran, o sólo tuvieran un
éxito muy modesto. Sin embargo sus fundadores, Bill Hewlett y Dave Packard,
siguieron trabajando y experimentando hasta que dieron con la manera de crear
una compañía innovadora que expresara sus valores básicos y ganara una
sostenida reputación por sus grandes productos. Entrenados como ingenieros,
podrían haber perseguido la meta de "ser ingenieros", pero no procedieron
de esa forma. Al contrario, pasaron de "diseñar productos" a
"diseñar una organización". Perseveraron en crear un ambiente
propicio para la generación de grandes productos.
Muy apropiadamente, un periodista que entrevistó a Dave
Packard tituló su artículo: "El presidente de Hewlett-Packard construyó la
compañía por diseño y la calculadora por casualidad". Haciendo eco de la
orientación de "construir relojes", el artículo contenía este
párrafo: "La creación definitiva de Bill Hewlet y Dave Packard no fue el osciloscopio
para audio, ni la calculadora de bolsillo. Fue la compañía Hewlett-Packard y la
marca HP."
De manera semejante, "el producto" más grande de
Masaru Ibuka no fue el walkman ni el Trinitron; fue la compañía Sony y todo lo
que ella representa. La creación más grande de Walt Disney no fue Fantasía, ni
Blancanieves, ni siquiera Disneylandia; fue la Walt Disney Company y su
increíble habilidad para hacer que la gente se sienta feliz.
Reflexione sobre este cambio fundamental en la manera de
pensar: pasar a ver la "compañía" misma como la creación definitiva.
Si usted está participando en la creación -o en la administración- de una
empresa, este cambio tendrá consecuencias importantes en la forma en que emplee
su tiempo. Significará destinar menos tiempo a pensar en líneas específicas de
productos y categorías de mercado y dedicar más tiempo a pensar en el diseño
organizacional.
Enfocarse en el diseño organizacional significa pasar menos
tiempo dando la hora
y más tiempo construyendo el reloj.
No queremos dar a entender que las compañías de éxito no
tuvieran productos excelentes, o buenas ideas. Tuvieron ambas cosas. Pero no
hay que perder de vista que todo producto, servicio o gran idea -por
visionarios que sean- con el tiempo se vuelven obsoletos. En cambio, una
compañía visionaria no cae necesariamente en la obsolescencia, si tiene la
capacidad organizacional de aprender, cambiar continuamente y evolucionar más
allá de los ciclos de vida de sus productos.
Usted... ¿construye relojes, o simplemente da la hora?
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