En este momento evolutivo del planeta, muchas son las personas que sienten la llamada de su corazón, muchas son las señales que indican el rumbo, pero para poder avanzar en la dirección elegida por nuestras almas, en ocasiones, se hace necesaria una sanación interna: la liberación del pasado, la aceptación del dolor. Frecuentemente negamos la validez de nuestras emociones densas e incluso, su presencia, logrando con ello que las heridas que las generaron permanezcan abiertas, a la espera de curación. Negar lo que siento es negarme a mí mismo; rechazarlo es luchar contra mí.
Ser humano implica ser dual: ser luz y ser sombra, ser amor y tener miedo, o rabia, o culpa. Las experiencias duales facilitan nuestra evolución y nos proporcionan la experiencia que vinimos a vivir. La vida se compone de momentos. Vivirlos intensamente, sin huir de los aprendizajes que nos proporcionan, sin autocastigarnos con la exigencia de ser algo diferente a lo que somos, es la clave de la paz interna.
Somos seres creadores de nuestra realidad y, cuando decretamos que no queremos volver a sufrir, estamos decidiendo que no queremos vivir plenamente, porque ese decreto genera un cierre en nuestro corazón. No puedo apartarme de un extremo de la vida sin renunciar al otro. Para poder vivir plenamente hay que sentirlo todo, experimentar la dualidad con confianza y aceptación.
Hoy, la energía de la Nueva Tierra nos invita a ser auténticos, a ocuparnos de lo que en el pasado se estancó en nuestro interior: las heridas que continúan sangrando, aunque las neguemos; los sentimientos que laten en nuestra humanidad, aunque nos causen rechazo.
Vivir en conexión conmigo mismo implica la aceptación de todo lo que hay en mí.
Vamos a liberar la energía estancada en nuestro interior, para que la luz de la Nueva Tierra pueda llenarnos de amor, seguridad, confianza y alegría.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario