¿Cuántas veces estableciste una larga lista de metas para el siguiente año, pero no conseguiste cumplir casi ninguna? A todo el mundo le sucede. Pensamos que el primer día del año podemos poner el reloj en cero y empezarlo todo de nuevo. Creemos que basta con simular la lista del supermercado, con expectativas antiguas, tareas aplazadas y objetivos anteriormente incumplidos; pero no es así.
Preparar las metas del próximo año nos obliga a un plan meditado. Y, como explica el profesor Edwin A. Locke, de la Universidad de Maryland, “las metas que no cambian, ante un cambio relevante de las circunstancias, pueden promover la rigidez”. Es decir, la vieja lista no es eterna. ¡Hay que actualizarla, en correspondencia con nuestra situación!
Locke también advierte sobre la superficialidad, porque algunos fijan sus objetivos como “maniobras defensivas”, simplemente para enorgullecerse de sus aspiraciones, sin hacer nada para alcanzarlas. ¿Nunca oíste a alguien decir: “este año voy a terminar dos carreras y además estudiar otro idioma”? Pues, ni una cosa ni la otra. Solo lo exponía para parecer importante.
Establecer metas nos permite trazar el camino hacia el éxito.
La fijación de metas no es una cuestión de “coser y cantar”. La Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) sugiere ciertas pautas para establecer las resoluciones de nuevo año, entre ellas: empezar con moderación, cambiar un solo comportamiento a la vez, compartir los deseos con los demás, evitar el perfeccionismo y pedir apoyo.
Algunos se preguntarán entonces por qué hablamos ahora del año nuevo. En esta línea, mi propuesta es abrir ya la reflexión y fijar adecuadamente las próximas metas, con apoyo especializado. Como recuerda la APA, el primero de enero no es un día adecuado para cambios bruscos, sino para reflexionar. El trabajo previo es lo más importante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario