En esta época comenzamos a pensar y a anticipar todas las
obligaciones que surgen a fin del año. Es normal que nos acordemos de poner en
la agenda las reuniones que deberemos hacer para cerrar el balance laboral. Es
sabido que estas reuniones requieren de planificación y de un trabajo extra que
se manifiesta en carpetas, power points y otros dispositivos que se elaboran
para explicar lo que hemos hecho.
Junto con estas cuestiones nos planteamos los objetivos y
las metas futuras. Pensarlas ya es un trabajo que requiere concentración. Son
momentos especiales porque inauguran una nueva etapa en la que es inevitable
poner en la balanza lo que se ha logrado y lo que no. Es a través de esta
evaluación que nos damos cuenta si estamos en el camino correcto para lograr
nuestros objetivos.
Muchas veces nos ocurre que el trabajo absorbe la mayor
cantidad del tiempo del día, todo lo que hacemos está sujeto a los restos de
horas que nos dejan nuestras actividades laborales. Aun así y con todas estas
tareas a cuestas deberemos enfrentarnos a otras ocupaciones que se presentan
con ocasión de fin de año. Los festejos de Navidad y Año Nuevo traen consigo
algunas actividades extras que debemos hacer, como son la compra de regalos y
la organización de reuniones familiares. Nos veremos con algunas personas en
ocasión de estas fiestas. Por esa razón, las reuniones familiares son las que
suelen poner al descubierto conflictos latentes. Para dar un ejemplo, es normal
que surjan tensiones cuando se organizan las fiestas y los padres son
separados, si estos no han logrado comprender de manera saludable el nuevo
vínculo que ahora los junta de otra forma, los hijos deben elegir con cuál de
los dos van a festejar y eso agrega problemas que generan ansiedad y estrés.
Algunos deben decidir si van a festejar con la familia más cercana o la más
extendida. Hay otros que deciden reunirse con amigos, incluso hay quienes
deciden no festejar.
Todas estas decisiones afectan a quienes nos rodean que
pueden reaccionar de forma poco amigable cuando lo que resolvimos no coincide
con su forma de pensar. En las reuniones familiares también está presente el
tema de la comida y los regalos. Todo podría ser motivo de peleas y
desencuentros.
Todo lo antes mencionado puede generar estrés por las
demandas que deben enfrentar las personas y ansiedad porque todas estas
situaciones pueden ser vividas en algún grado como una amenaza.
Es por esa razón que podemos pensar en las fiestas como una
oportunidad de practicar la aceptación y la tolerancia hacia quienes nos
rodean, sabiendo que el mundo no está siempre cortado a medida de nuestros
deseos. Las diferencias existen y no siempre los otros van a responder como
nosotros queremos. En consecuencia, evaluar las conductas de los otros a partir
de nuestras formas de actuar, es un error que puede traernos dificultades a la
hora de compartir un festejo o cualquier otro espacio de encuentro.
Fin de año convoca nuevas decisiones. Además de cierres
laborales y fiestas deberemos pensar en organizar nuestras vacaciones. Será
normal que tengamos que conjugar los deseos de todo el grupo familiar. Surgirán
desencuentros y desavenencias que generaran tensiones extras. Las vacaciones
están cerca y hay que trabajar para que las disfrutemos en su momento.
Planificar las vacaciones requiere de la realización de un
sinfín de tareas, sin incluir los inconvenientes que pueden surgir en el
camino. Todo esto implica un esfuerzo que debe incluirse en el tiempo de las
actividades diarias, bastante apretado de por sí. Además se debe gastar una
cantidad de dinero que hay que tener disponible para efectivamente llevar a
cabo este proyecto.
Antes hablamos de que con estas actividades tan diferentes
surgían en nuestro interior dudas, miedos, tristeza, angustia o alegría,
emociones que tienen que ver con la lectura que cada uno de nosotros hace de
los hechos que debemos enfrentar. Hablamos ya de la ansiedad y el estrés. Es
preciso ahora que explique para que se entienda mejor que es cada término.
El estrés se inicia ante un conjunto de demandas ambientales
que recibe el individuo, a las que debe dar una respuesta adecuada poniendo en
marcha sus recursos de afrontamiento.
Imaginemos entonces que en esta época del año, por las
razones que di anteriormente, las demandas se multiplican y generalmente son
excesivas en relación a los recursos con los que contamos. Por ejemplo, tiempo
para realizar todo el trabajo diario más la sobrecarga que las actividades
antes mencionadas traen. Cuando todo parece complicarse, un poco de tolerancia
frente a los inconvenientes que pueden aparecer, es un recurso importante que
puede evitar el estrés. Ante todas estas exigencias aparecen un sinfín de
emociones entre ellas la ansiedad, la ira y muchas veces la depresión.
La ansiedad, además de ser una respuesta emocional al
estrés, puede ser una reacción emocional de alerta ante una amenaza que puede
originarse sin agentes estresantes. Por ejemplo, es muy común en el trastorno
de pánico la ansiedad se dispara sin que haya un peligro externo inminente.
De acuerdo a como cada uno de nosotros sepa hacerle frente
al estrés y a la ansiedad mejor o peor nos va a resultar el día a día. Si ante
ellas sabemos regular y calibrar nuestra posición en cada una de las
actividades menos esfuerzo de acomodación deberá hacer nuestro cuerpo y mente
para llevarlas a cabo.
En ese sentido las fiestas pueden ser utilizadas como
rituales en los que repitamos ciertos hábitos prefijados. A los rituales se los
utiliza en situaciones de cambio para posibilitar la asimilación del tránsito
de una etapa a otra. Por ejemplo, la preparación de la Navidad con todos los
símbolos que se repiten cada año de la misma manera.
Las personas con altos niveles de ansiedad suelen evitar
conectarse con aquello que les resulta complicado y difícil por el miedo que
les da enfrentarse con todas estas tareas. Dejan para último momento todo lo
relativo a ellas. Tarde o temprano estas demandas que se han evitado aparecen y
la carga de exigencias se duplica porque se cuenta con menos tiempo. Por eso,
es más sabio aquel que hace algunas de estas cosas con antelación; esto permite
realizar las tareas con menos ansiedad y estrés.
Esta forma de abordar todo lo que debemos hacer en esta
época del año previene tanto el estrés como la ansiedad. Si además de tener que
enfrentar estos desafíos venimos de altas demandas y exigencias tanto en el
ámbito laboral como en el familiar y social después de un intenso año estamos
en problemas.
La mejor manera de prevenir y hacer frente al estrés es
reconocer cuándo aumentan nuestros niveles de tensión y tener claro cuáles son
los estímulos o situaciones que lo disparan.
¿Cuál es la manera de detectar si estamos estresados?
Algunas señales a las que hay que estar atentos:
- Si estamos: ansiosos, irritables, si tenemos fluctuaciones
en nuestro estado del ánimo, si tenemos una excesiva autocrítica y dificultad
para concentrarnos y tomar decisiones.
- También debemos prestar atención si estamos constantemente
preocupados por el futuro y con miedo a fracasar.
- Si observamos que tenemos conductas impulsivas, tratamos
bruscamente a los demás, si apretamos las mandíbulas o hacemos rechinar los
dientes, si aumentamos el consumo de tabaco alcohol y otras drogas, si notamos
cambios en el apetito como aumento o disminución.
- Y si observamos cambios físicos como tensión muscular,
dolor de cabeza, perturbaciones en el sueño, fatiga, problemas de espalda o
cuello, malestar estomacal o palpitaciones.
Todos estos son síntomas de estrés que aparecen cuando el
estrés se prolonga o se intensifica.
En general tendemos a acumular eventos externos hasta que
llegamos a un límite. Por esa razón debemos automonitoriarnos y estar atentos a
las señales que mencioné con anterioridad. Si las pasamos por alto nuestro
sistema puede colapsar y como consecuencia puede aparecer alguna enfermedad,
accidente o sintomatología que afecte directamente nuestra calidad de vida.
Nuestra reacción a las situaciones del entorno, está también
afectada por nuestro nivel general de salud y bienestar. Una persona que está
siempre agobiada, que duerme poco y no come de manera equilibrada,
probablemente disponga de menos recursos para afrontar situaciones difíciles.
La clave está en que logremos equilibrar los momentos de estrés con los de ocio
y descanso. Si lo hacemos el fin de año va a ser una época muy festiva y de
muchos logros.
Lic. Patricia Gubbay de Hanono
Directora de Hémera
info@hemera.com.ar
www.hemera.com.ar
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