Fue instituido como feriado nacional con el objetivo de
reivindicar una de las epopeyas argentinas más importante y olvidada de la
historia: el Combate de la Vuelta de Obligado.
El Combate de la “Vuelta de Obligado” ocurrió en 1845,
cuando Gran Bretaña y Francia, las dos potencias económicas, políticas y
bélicas más grandes de la época, se unieron para atacar a la Argentina, que se
encontraba bajo el mando del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas.
El objetivo de la invasión fue de índole económica y política: la expansión de
sus mercados y la independencia de Corrientes, Entre Ríos y lo que es hoy
Misiones para formar un nuevo país, la “República de la Mesopotamia”, que
empequeñecería y debilitaría a la Argentina y haría del Paraná un río internacional
de navegación libre. Los ingleses y franceses creyeron que con la exhibición de
sus imponentes naves alcanzaría para asustar a los argentinos, pero, no fue
así: Rosas decidió hacerles frente encargándole al general Lucio N. Mansilla
conducir la defensa, junto a más de un millar de argentinos.
Fue entonces que, en el recodo más delgado de nuestro ancho
Paraná las valientes tropas encadenaron el río para defender nuestro
territorio. Dieron batalla un 20 de noviembre de 1845, en lucha desigual con los
poderes más fuertes de la Tierra. La estrategia fijada por Rosas y Mansilla
tuvo éxito y las grandes potencias de la época finalmente se vieron obligadas a
capitular aceptando las condiciones impuestas por la Argentina. Gracias a la
epopeya las provincias litorales continuaron siendo parte de nuestro territorio
y el Paraná es hasta hoy un río interior argentino.
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