jueves, 15 de mayo de 2014

CHANOYU – LA CEREMONIA DEL TE

Generalidades
La ceremonia de té, que en japonés recibe el nombre de chanoyu, es una costumbre social y estética característica del Japón, en la que se sirve y se debe el matcha ( té verde en polvo).



De acuerdo con las fuentes históricas documentadas, el té fue introducido en el Japón alrededor del siglo VIII, procedente de China, donde esta infusión se consumía desde el período de la dinastía Han oriental (años 25-220 de la era cristiana). El matcha, tal como se consume hoy en día, era aún desconocido por entonces. Su aparición no se produjo hasta finales del siglo XII, época en que fue importado de China, país entonces gobernado por la dinastía Sung. En aquellos tiempos, el té era una especia muy apreciada; se utilizaba sobre todo como bebida y se le atribuían también propiedades medicinales.

La costumbre de beber matcha se extendió gradualmente entre los sacerdotes Zen y las clases dominantes. A partir del siglo XIV, el matcha se utilizó también en un juego que recibía el nombre de tocha. Se jugaba en las fiestas y consistía en servir a los invitados varios tipos distintos de té, procedentes de diversas regiones. Los jugadores entonces tenían que adivinar cuál de ellos era el que había sido cultivado en una determinada zona, famosa por la calidad de su té. Los que conseguían acertar recibían premios. A medida que aumentó la popularidad de este pasatiempo las plantaciones de té comenzaron a extenderse, sobre todo en el distrito de Uji, cerca de Kioto, en donde aún se produce el mejor té del Japón.

El juego de tocha se trasformó poco a poco en una costumbre social más tranquila que practicaban las clases elevadas. Dejaron de repartirse premios y el objetivo de la ceremonia pasó a ser la creación de una atmósfera especial, en la que los participantes saboreaban el té al tiempo que admiraban pinturas y otras obras de arte chinas, que se exhibían en un shoin (estudio). Al mismo tiempo y debido a la influencia de los hábitos y formas rituales de los samurai (guerreros), que eran entonces la clase dominante en el Japón, aparecieron ciertas reglas y procedimientos que los participantes en la ceremonia del té tenían que obedecer. Así se sentaron las bases del chanoyu actual.

Hacia finales del siglo XV, un hombre del pueblo llamado Murata Juko, conocedor del arte del chanoyu practicado por las clases altas, propuso otro tipo de ceremonia del té, más tarde llamada wabicha, relacionada directamente con la sensibilidad japonesa y con el budismo zen. Durante el período Momoyama, en la segunda mitad del siglo XVI, Sen-no Rikyu estableció de modo definitivo el wabicha como la forma generalizada del chanoyu y se practica así en la actualidad.




Esta es, en líneas generales, la evolución del chanoyu, que no es simplemente una forma refinada de tomar té. Su propósito y su esencia son difíciles de expresar con palabras. Nos será útil recordar que esta ceremonia se desarrolló bajo la influencia del budismo Zen cuya finalidad, expresada en pocas palabras, es purificar el alma, mediante su unión con la naturaleza por otro lado, el chanoyu es el símbolo del esfuerzo instintivo de los japoneses por conseguir el reconocimiento de la verdadera belleza, que reside en la sencillez y la simplicidad. El auténtico espíritu del chanoyu podría quizá definirse con términos tales como calma, naturalidad o gracia o con la frase: “esteticismo de austera simplicidad y refinada pobreza”. Así por ejemplo, las estrictas normas de etiqueta del chanoyu, que parecen complicadas y difíciles a primera vista, están calculadas de hecho para conseguir la mayor economía posible de movimientos y son un regalo para la vista del iniciado, sobre todo cuando el que las lleva a cabo es un maestro experimentado.

La costumbre de chanoyu ha desempeñado un papel importante en la vida artística de los japoneses ya que, por sus características estéticas, implica la apreciación del recinto en que se celebra, del jardín adyacente al mismo, de los utensilios con que se prepara y se sirve el té y de la decoración, que consiste por lo general en una estampa colgada de la pared y un chabana o motivo floral especialmente concebido para esta ceremonia. El desarrollo de la arquitectura, la jardinería, la cerámica y las artes florales ha obedecido en gran medida a la influencia de la ceremonia del té. El espíritu del chanoyu, que representa la belleza de la simplicidad estudiada y de la armonía con la naturaleza, ha moldeado la base de estas formas tradicionales de la cultura japonesa.

Es más, el desarrollo de las fórmulas de cortesía cotidiana de la mayoría de los japoneses obedece sobre todo a los formalismos que se observan en la ceremonia del chanoyu. En consonancia con este hecho, es práctica común entre las jóvenes el recibir lecciones en este arte antes de casarse, con el fin de cultivar el estilo refinado y la gracia de movimientos propias del mismo.

Al morir Sen-no Rikyu, sus enseñanzas se difundieron entre las siguientes generaciones de discípulos y seguidores. En la época de sus nietos, existían ya las tres escuelas que han perdurado hasta nuestros días: la Omotesenke, la Urasenke y la Mushakojisenke. La más extendida de ellas, no obstante, es la Urasenke, que es la que cuenta con más partidarios. Esta escuela tiene como cabeza visible en la actualidad a Soshitsu Sen, decimoquinto descendiente del fundador. Los herederos de Rikyu fundaron a su vez diversas escuelas, entre las que cabe citar la Enshu, creada por Kobori Enshu; la Sekishu, cuyo fundador fue Katagiri Sekishu; y la Sohen, obra de Yamada Sohen. Las diferencias entre las diversas escuelas residen en los detalles de las ceremonias, pero todas ellas conservan la esencia y el espíritu de las normas instituidas por el maestro. Dicha esencia se ha trasmitido de padres a hijos hasta hoy y uno de los elementos comunes es el respeto a la figura del fundador.

La ceremonia del té típica


Existen muchas formas de realizar la ceremonia del té, según la escuela a que pertenezca el encargado de ello. Los métodos varían igualmente según las ocasiones y la época del año. Sin embargo, existe una similitud básica en los elementos esenciales.


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