domingo, 18 de mayo de 2014

La proximidad de la lucha por la independencia

Por Miguel Angel De Marco (h)*




En relación a si Rosario fue cuna también de la Escarapela Nacional hay distintas interpretaciones. Está documentado que la iniciativa que posibilitó la aprobación oficial por parte del Triunvirato fue de Manuel Belgrano, en pedido fechado en el entonces pequeño poblado de la Capilla del Rosario. Sin embargo, Colman advierte que, a su modo de ver, la creación de la escarapela ya estaba previamente consensuada con Bernardino Rivadavia y el resto de los vocales del gobierno ejecutivo. “Un dato esencial -que muchas veces pasa inadvertido-, es que Belgrano sabía cómo confeccionarla. Se notifica, en Rosario, del decreto del Triunvirato el 23 de febrero de 1812, y el 27 ya tiene listas las escarapelas”, explica.
Como bien explica Patricia Pasquali en su fundamentado artículo póstumo “Hacer de la Patria una Bandera”, (Anales Nº 13 del Instituto Nacional Belgraniano), el 18 de febrero quedó oficializada una divisa que ya era popular entre los porteños. La noticia de que Venezuela había declarado su independencia el 5 de julio de 1811, alentó por su audacia similares aspiraciones en los patriotas argentinos, en especial los de la Sociedad Patriótica. Esa euforia que se adueñó de los revolucionarios progresistas del Río de la Plata, que abolió los colores rojos de los realistas, existía indudablemente al momento que Belgrano redacta su propuesta de “declarar la escarapela nacional”, a los tres días de llegar a Rosario. Inspirada o influenciada o no por la buena disposición que Belgrano encontró entre los patriotas rosarinos que dieron su aporte a la causa, entre ellos la familia de su gran amigo, el rosarino Vicente Anastasio Echeverría, fue aquí, en la otrora aldea, donde la humildad era probablemente proporcional al coraje y determinación patria de los rosarinos, que Belgrano dio a conocer oficialmente la conveniencia práctica de diferenciar a las tropas de ambos bandos con un símbolo nacional… Porque la hora de la lucha franca por la libertad había llegado. Por lo tanto merece esta fecha estar presente dentro del cronograma de las conmemoraciones del Bicentenario de la Creación de la Bandera.

20 de mayo - Día del FutbolistaEste día da comienzo a una semana que culminará con los primeros anuncios de libertad en el Río de la Plata. El nombre de “patriota”, que se extendió por toda América hispana, designaba a los partidarios de la autonomía frente a los realistas. Eran los rebeldes, los sediciosos, los revolucionarios, incluso los descreídos, los herejes, los libertinos y llamaban a los realistas: sarracenos, godos, gallegos, chapetones, matuchos, maturrangos. El 18 de mayo, los patriotas se reunieron en la casa de Martín Rodríguez para intercambiar impresiones y novedades.

19 de Mayo
Cornelio Saavedra y Manuel Belgrano intercedieron ante Juan José Lezica, alcalde de primer voto, para que éste lograse la adhesión del Cabildo, y gestionaron ante el virrey la convocatoria de un Cabildo Abierto para que se adoptasen las medidas adecuadas que imponía la situación.
En esas primeras jornadas de mayo, buena parte de los patriotas no aspiraba a mucho más que la instalación de una Junta de Gobierno, incluso con la presencia del virrey en ella. Pero entre ellos existía una juventud entusiasta, que llevaba el tono en la agitación popular, y en especial en los cuerpos de milicias americanas, que pretendían que no quedase ningún vestigio del aparato político colonial.
20 de Mayo
Lezica le informó al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros el peligroso estado de agitación y efervescencia en la ciudadanía que pedía un Cabildo Abierto para analizar la situación. 
Castelli y Martín Rodríguez le pidieron al virrey que autorizase la reunión del Cabildo Abierto; Cisneros cedió, pero especulaba con conjurar los planes patriotas.
21 de Mayo
Gran cantidad de público se agolpó en la Plaza Mayor, y Lezica explicó a los cabildantes las entrevistas del día anterior. Bajo la presión del pueblo, el Cabildo envío un oficio al virrey para pedirle autorización para la reunión del Cabildo Abierto. Se ultimaron los detalles, se enviaron las invitaciones a miembros de la administración civil, eclesiástica y militar y a vecinos prominentes.
22 de Mayo
Los discursos más polémicos serán protagonizados por el Obispo Lué y Juan José Castelli. Argumentó Lué: “… aún cuando no quedase parte alguna de la España que no estuviese subyugada, los españoles que se encuentren en las Américas deberían tomar y asumir el mando de ellas; éste sólo podrá venir a manos de los hijos del país, cuando ya no quede ni un solo español en él”. Castelli replica a Lué: “los derechos de la soberanía han revertido al pueblo de Buenos Aires, que puede ejercerlos libremente, no existiendo ya, como se supone no existir, la España en la denominación del señor don Fernando VII”.
Luego se da el duelo entre Juan José Paso y el fiscal Villota. Este último alega que el reconocimiento de la Junta por los pueblos puede ser posterior y que Buenos Aires no tiene derecho a decidir sobre la legitimidad del Gobierno de Regencia, sino en unión de toda la representación nacional. A esto Paso responde que la primera medida debe ser la formación de una junta provisoria de gobierno a nombre de Fernando VII que invite a todos los pueblos del Virreinato a que concurran con sus representantes a la formación de un gobierno permanente.
23 de Mayo
El Cabildo realizó el escrutinio de las propuestas del día anterior de la votación. El Virrey debía cesar en su mando; éste recaía en el Cabildo con el voto del síndico hasta la elección de la Junta. La mayoría proponía la elección de la Junta por el Cabildo y que ésta tuviera el mando hasta que fuesen convocados los diputados de las provincias, pero el Cabildo resolvió investir al virrey con la presidencia de dicha Junta, arguyendo que tenía facultades para ello en virtud del Cabildo del 22. Para pulsar la opinión de las tropas, se convocó a los comandantes de las mismas y éstos expresaron que el pueblo deseaba que se hiciese pública la cesación del virrey y la asunción del mando por el Cabildo.
24 de Mayo
El Cabildo determinó que continuara en el mando el excelentísimo señor virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros asociado a la Junta de cuatro personas que había propuesto el obispo Lué. Los resultados del Cabildo Abierto habían sido burlados y los cabildantes creyeron que había sido contenida de ese modo la revolución amenazante de la calle. Pero los patriotas se esforzaron por revertir la situación. Saavedra informó al virrey de la sublevación de las tropas; por su parte Castelli informó que se debía convocar nuevamente al pueblo para darle satisfacción y aplacar su enardecimiento.
La Junta deliberó y concluyó pasando una nota al Cabildo sobre la agitación reinante, devolviéndole el poder que recibiera y pidiéndole que procediese a la elección de personas que merecieran la confianza pública. Mientras tanto, se juntaban firmas para toda la ciudad apoyando un escrito en donde se hacía constar los nombres de quienes debían integrar la nueva Junta.
25 de Mayo
Los patriotas pasaron la noche del 24 y 25 de mayo en vela, y en la mañana del 25 se reunieron en la Recova, adoptando como distintivo una cinta azul y blanca en los sombreros o en los ojales: incluso algunos exhibían una rama de olivo en los ojales. 
A tiempo de comenzada la reunión del día, la multitud de la Recova invadió la sala capitular, y portavoces populares, diputados del pueblo, expresaron con energía que debía cambiarse la resolución del día anterior. El Cabildo continuó la deliberación y opinó que debía ser contenido el pueblo apelando a la fuerza. Sólo tres oficiales respondieron, el resto se hizo eco de la irritación de éste e insistieron que no podían sostener al gobierno ni a sus tropas. 
Después de esto, el Cabildo no tuvo más remedio que comunicar al virrey que debía renunciar. Los diputados del pueblo expusieron que no bastaba con la renuncia del virrey y la Junta nombrada por el Cabildo, sino que el pueblo debía asumir toda la autoridad, en vista de que el Cabildo se había extralimitado en las facultades que le otorgó el Cabildo Abierto. Propusieron que se nombrase una nueva Junta y que, una vez instalada, se enviase una expedición de 500 hombres al interior, costeada con las rentas del virrey, de los oidores, contadores mayores y funcionarios de tabacos a comunicar lo sucedido.

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