La iniciativa para que la escarapela argentina tuviera su
día de conmemoración nació de los profesores Carmen Cabrera, Benito Fabre y
Antonio Ardissono, quienes en 1935 propusieron recordarla cada 20 de mayo. El
Consejo Nacional de Educación consintió la celebración pero alteró el día, y lo
trasladó al 18 del mismo mes sin argumentar el cambio. Recién en 1941, el
Consejo lo instituyó como Día de la Escarapela.
En 1951, amparado en la tradición de que el 19 de mayo de
1810 varias damas porteñas se habrían adornado con rebozos celestes ribeteados
con cintas blancas, el Ministerio de Educación fijó la fecha para el 19. El
colorido relato se originó en una publicación titulada La Gran Semana de 1810 -
Crónica de la Revolución de Mayo, donde se dieron a conocer los sucesos de
aquellos días por varias cartas halladas en un baúl perteneciente a Marcelina
Orma. Las cartas, que no eran originales sino copias de una misma letra,
firmadas con simples iniciales y carentes de autenticidad, despliegan una
emotiva secuencia novelada de los acontecimientos vividos entre el 19 y el 25
de mayo de 1810. La pluma creadora se atribuye a Vicente Fidel López (de hecho,
se aclara en la obra que fue “Recompuesta y arreglada según la posición y
opinión de los Promotores por V.F.L.”). Este autor se caracterizó por priorizar
la tradición, el testimonio oral y la reconstrucción imaginativa de la historia
por sobre las fuentes documentales.
En cambio, se conservan documentos que revelan que el lunes
21 de mayo de 1810 los patriotas, liderados por Domingo French y Antonio Luis
Beruti, comenzaron a llevar en el sombrero y en sus casacas cintas blancas en
señal de unión entre criollos y españoles europeos.
Lo cierto, también, es que el 18 de febrero de 1812 el
gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata decretó la primera
escarapela nacional blanca y azul-celeste en reemplazo de la roja española. El
modelo, redondo de fondo blanco y centro celeste, fue estrenado en Rosario el
día 27 junto con la novedosa bandera creada por Manuel Belgrano, quien en
proclama a sus soldados arengaba: “En este punto [refiriéndose al sitio donde
se instalaba la Batería de la Libertad] hemos tenido la gloria de vestir la
escarapela nacional que ha designado nuestro excelentísimo gobierno…”. El
cambio al actual distintivo de tres círculos concéntricos celeste, blanco y
celeste se habría producido durante la guerra contra el Imperio del Brasil
(1826-1828), de acuerdo a evidencia iconográfica y material.
El Consejo Nacional de Educación, por Resolución del 12 de
mayo de 1960, restableció el festejo para el 18 de mayo, que rige hasta el
presente.
Más allá de las idas y venidas respecto de cuál debiera ser
la fecha más adecuada para la celebración, lo permanente es el orgullo de lucir
cercano a nuestro corazón uno de los símbolos de la argentinidad.
* Autor del libro: “Enigmas sobre las primeras banderas
argentinas”, y columnista vexilólogo de la revista “Rosario, su historia y
región”.
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