jueves, 6 de junio de 2013

CUERPO, EMOCIONALIDAD Y LENGUAJE



Estos tres  aspectos del ser, lenguaje, cuerpo y emoción,  conforman una congruencia cuyos componentes se influyen entre sí, y en su totalidad. Esto abre la posibilidad de utilizar cualquiera de ellos  para  modificar a los otros dos. Podemos modificar un estado anímico de apatía, por ejemplo, invitando  a un caminar   fisiológico y luego sinérgico.
La transformación que podemos producir en cualquiera de los dominios de lenguaje, cuerpo ó emoción, se traduce en modificaciones de los otros, y estos cambios resultan en una coherencia distinta, en línea con los resultados a los que se aspira.
A menudo, los cambios en uno de los tres dominios no logran conservarse, debido a la presión de coherencia que proviene de los otros dos. Ello obliga muy frecuentemente a intervenir simultáneamente en los tres dominios, para asegurar que las transformaciones producidas en uno de ellos sean coherentes en los otros.
Nuestra vida emocional es un factor crucial en cada esfera de la acción humana. Nuestras emociones son determinantes en lo que podamos o no lograr en los contextos de familia, trabajo, aprendizaje, sociabilidad y  espiritualidad.
                
LA DISTINCIÓN ENTRE ESTADO DE ÁNIMO Y EMOCIONES

Cada vez que experimentamos un suceso inesperado se activa una emoción. Las asociamos con los quiebres, es decir, con interrupciones de nuestra transparencia, término que en la Ontología del Lenguaje se utiliza para identificar la continuidad de los sucesos.
Cuando hablamos de emociones, por lo tanto, podemos señalar las circunstancias particulares que las generan. Podemos identificar los acontecimientos que “gatillan” las emociones, según terminología utilizada por Maturana. Si estos acontecimientos desaparecen, normalmente las emociones que los acompañan también desaparecen. Las emociones son específicas (identificables y definidas: alegría, rabia, miedo, por ejemplo) y reactivas (son respuestas automáticas a los acontecimientos inesperados). Los acontecimientos las preceden. Al referirnos a las emociones, a menudo estamos observando la forma en que ellas  modifican nuestro horizonte de posibilidades.
El reconocimiento de la relación entre la emoción, cuerpo, lenguaje y  conocimiento, nos permite no sólo una determinada interpretación de los fenómenos emotivos, sino también de posibilidades concretas de pensamiento y acción.

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